miércoles, 20 de enero de 2010

¿Desierto? ¡Cual desierto!

Para esta primera entrada en la categoría de recorridos por el territorio colombiano, compartiré la experiencia de un viaje en moto a uno de los destinos mayormente frecuentados del departamento del Huila, ubicado al sureste de la región andina del país.

En el mes de noviembre del año 2007, viajamos junto con algunos integrantes del Vespa Club Bogotá y otros amigos motorizados (en total diez personas en siete motos) hacia dos destinos del mencionado departamento: el municipio de Rivera, famoso por las fuentes de aguas termominerales presentes en su territorio y el "Desierto de la Tatacoa", la segunda zona árida en extensión en el territorio colombiano (antecedida por la península de La Guajira), que a pesar de su nombre es en realidad un ecosistema de bosque seco tropical con un área superior a los trescientos kilómetros cuadrados (300 Km2).

Los viajeros: Charlie, Andrea, Barry, Caro, Angelita, Aldebarán, Carlos, Hernando y Don Hernán. Fernando está de este lado de la cámara.

La primera jornada inició a la madrugada en Bogotá, la capital del país, desde donde transitamos por la carretera que comunica la ciudad (vía "La Mesa") con Girardot, población en donde se aborda la ruta 45 que continúa hacia el sur. Con las obligadas escalas para hidratación y descanso, arribamos en la tarde a la ciudad de Neiva, capital del departamento del Huila, en donde Nancy, la hermana de uno de los integrantes del grupo nos ofreció su casa para tomar un descanso antes de continuar el viaje.

Una vez fuera de Neiva, continuamos por unos minutos por la ruta 45 hasta encontrar el desvío para Rivera. Algunos kilómetros hacia el oriente arribamos al poblado, y después de aprovisionarnos para la noche que comenzaba, tomamos carretera hacia la zona "turística"(1) del municipio, en donde existen diversas alternativas de alojamiento y recreación. Escogimos para la estadía el "Centro Turístico Las Termales", administrado por Comfamiliar, el cual resultó ser un sitio masivamente visitado y no precisamente apto para un tranquilo descanso. Nuestra primera noche de camping estuvo además pasada por agua, pero no fue impedimento para recargar baterías y emprender, al día siguiente, el camino hacia el desierto.

Campamento en el "Centro Turístico Las Termales". Rivera, Huila

Recogido el campamento y equipadas las motos, partimos no muy temprano -de nuevo con la lluvia como acompañante- hacia nuestro ansiado destino. Para llegar a "La Tatacoa" se toma una carretera que parte desde Neiva hacia el municipio de Villavieja, en cuyo territorio se encuentra la mayor parte del famoso desierto. Después de alrededor de una hora de viaje se entra al área, que comprende diversos sectores nombrados a partir de sus condiciones y morfología (p.e.: Las Lajas, El Cuzco y Los Hoyos, entre otras). Uno de los hitos de mayor atracción es el observatorio astronómico, erigido en una zona privilegiada para la contemplación de fenómenos astrofísicos, y en cuya cercanía decidimos establecer nuestro campamento.
A pesar de la generalmente baja presencia de nubosidad en el cielo del desierto, por la temporada de lluvias en el país nuestra noche no estuvo totalmente despejada, así que los deseosos de capturar estrellas fugaces se vieron en la necesidad de esforzarse más de lo esperado.


El día final del viaje nos premió con un buen tiempo en la mañana, que nos permitió disfrutar del imponente paisaje de "La Tatacoa". Sin tener completa certeza de las áreas que transitábamos, tomamos camino adentro del desierto, y orientados por los escasos pobladores de la zona logramos llegar a un sitio conocido como "La Piscina", en donde se encuentra construida una piscina con agua corriente que sirve de refrescante parada a quienes el calor del trópico hace desfallecer. No es indispensable conocer el nombre de las áreas para disfrutar a cada paso del paisaje, sin embargo a quien desee hacer el recorrido por los sitios más representativos del ecosistema le sugiero contar con, por lo menos, dos días para su visita. La extensión del desierto es vasta, y sin una guía apropiada resulta fácil extraviarse.

Si, adivinaron: "La Piscina".

Sector "El Cuzco"
Andrea intentando capturar unos pavos para el almuerzo. Al fondo, el observatorio astronómico

El regreso a la carretera principal lo realizamos por una vía alterna a la que nos sirvió para arribar. Desde el centro poblado de Villavieja, tomamos una carretera sin pavimentar hacia el norte, hasta un sitio llamado "El Patá", en donde sobre unas embarcaciones que no producen mucha confianza es posible cruzar el río Magdalena (uno de los más caudalosos del país) para encontrarse con la ruta 45, esta vez en jurisdicción del municipio de Aipe. Las "chalupas" finalmente cumplen con su cometido, son más estables de lo esperado y por una módica suma permiten ahorrar unos cuantos kilómetros de carretera, además de complementar el listado de vehículos sobre los que es posible viajar en este país de contrastes.

Montando las motos en la "Chalupa"
Atravesando el río Magdalena

Para todos los asistentes fue la primera visita a este sitio el cual, a pesar de la diversidad con la que a cada kilómetro nos encontramos en Colombia, es uno de aquellos que logra sorprender. Como primera aproximación fue válido, no obstante algunos nos quedamos con ganas de conocer en profundidad el desierto y sus diferentes zonas y paisajes. Sin mayores novedades regresamos a Bogotá, después de casi 800 Kilómetros y tres días de un memorable paseo.

Agradecimientos a los asistentes y su buena disposición para viajar en grupo. Y un reconocimiento especial a don Hernán, quien a sus sesenta y tantos años, por primera vez realizó un viaje de esta envergadura en su Vespa, además de estrenarse como campista y amanecer flotando en su carpa la primera noche.

Los participantes y sus máquinas:


Carolina y Barry: Vespa T5 / Charlie: Vespa PX


Don Hernán: Vespa PX / Angelita y Andrés: Vespa PX


Hernando: Kymco Agility/Carlos: Yamaha BWS/Andrea y Fercho: Suzuki GS 500

(1): Aunque de acuerdo a la clasificación realizada por Andrés Hurtado García, no nos consideramos los típicos "turistas", empleo aquí el término para ilustrar el contexto. Si Usted cree NO ser turista, le recomiendo buscar una alternativa de alojamiento distinta a "Las Termales".

viernes, 15 de enero de 2010

2010

Capilla del Monte Sinaí. Egipto, 2009

Para que no se crea que abandoné mi blog. Más de un año y medio sin entradas, el pretendido "diario de viaje" no logró pasar del lente al teclado.

Así que, aunque sigo gustando de la palabra escrita, procuraré no darle un entierro de tercera a esta iniciativa, y más bien redireccionarla hacia el contenido gráfico.

Con la incierta esperanza de una próxima entrada antes de otro año y medio, ¡salud!